top of page

Tema V: Dualidad: Eterna lucha cósmica.

 

Al incursionar por el prodigioso mundo de la cultura de Mesoamérica descubro, no sin asombro y satisfacción, la semejanza que existe entre el pensamiento mesoamericano sobre el concepto de la dualidad, y las propuestas y principios de la corriente humanista-transpersonal en relación al tema que trata sobre la dialéctica de los opuestos para explicar y comprender el proceso de desarrollo de la conciencia. Sin duda, el asombro es producto de la falta de humildad o de sencillez que nos conduce a imaginar que “se está descubriendo el hilo negro”, cuando éste tiene miles de años de existencia. En cuanto a la satisfacción, ésta surge al darme cuenta que los conocimientos, las inquietudes, los intereses que ahora mueven a muchos a penetrar en el fascinante campo del desarrollo humano-transpersonal, tienen profundas raíces en nuestra tradición mexicana.

 

La noción de la dualidad -contemplada como un concepto metafísico de gran trascendencia para los antiguos mexicanos-, dirige la vida y la religión en las diversas culturas de Mesoamérica. Constituye la base de su pensamiento filosófico y representa las eternas luchas cósmicas. El mundo de las polaridades, de los opuestos, aparece en sus deidades y en su concepción sobre el mundo interior del hombre y su eterna lucha por conciliar los elementos y resolver el dilema existencial que fluctúa entre la materia y el espíritu.

 

La conciencia de los opuestos, origen de una actitud filosófica, conduce a estas culturas milenarias a apreciarlos e interpretarlos no como elementos separados, sino como partes convergentes y enlazadas. A partir de la observación profunda y de la contemplación del misterio de la vida en la que todo nace y muere, van estableciendo juicios a través de los cuales pretenden explicar la dialéctica de las fuerzas contrarias y la función que éstas ejecutan que consisten principalmente, en la animación de la vida y la conservación del equilibrio y la armonía.

 

Akamazíhuatl (1), de ascendencia náhuatl, hombre sencillo poseedor de una gran sabiduría, ha dedicado su vida a difundir el mensaje que, de generación en generación, han venido transmitiendo los abuelos. Maestro de muchos, el profesor Akamazíhuatl, al hablar sobre origen del hombre, destaca la importancia de lo Uno como suprema fuerza creadora y de lo Dual como fuerza vivificante. En otros términos, se refiere al fenómeno de la unidad en la multiplicidad, expresándolo de la siguiente manera:

"Venimos de tiempos tan antiguos como la conciencia humana, tan inmemoriales como el sol y la tierra, como el universo entero. Venimos de tiempos tan remotos como Téotl, el Dios único; como suprema fuerza creadora es llamado Ometéotl, que se desdobla en sus elementos femenino-masculino: Omecihuatl-Ometecutli, la eterna dualidad, principio y fin de todas las cosas. Nada se mueve si no es por la fuerza vivificante de Ometéotl, Omecihuatl-Ometecutli, que creo todo, incluso a los señores que se reunieron en Teotihuacan. Venimos de tiempos tan inmemoriales que nos falla la memoria y no nos acordamos, ni nos dejan recordar"(2).

 

En este sencillo pero profundo texto se observa el papel primordial que en Mesoamérica juega el concepto de dualidad tanto en la cosmovisión, como en la generación de los dioses. Ometéotl, el dios dual, autogenerado, es el origen de todas las cosas, se encuentra en Omeyocan lugar de la dualidad en el que se conjugan y unifican los opuestos. Ometéotl se desdobla en Ometecutli el “Señor Dual” el ser masculino que actúa, responsable de la generación y Omecihuatl la “Señora Dual” el ser femenino que concibe, encargada de la concepción y del florecimiento de la vida. Estas dos fuerzas creadoras, la generación y la concepción, se mantienen a la vez en constante lucha y en continuo movimiento, siempre creciente, del cual emergen el cielo y la tierra, el día y la noche, el fuego y el agua, el sol y la luna, lo bueno y lo malo, el espíritu y la materia, el potencial masculino que engendra y la energía receptiva femenina que gesta. Ometéotl, principio supremo de la dualidad, interviene en todo lo que nace, todo lo que muere, todo lo que se transforma. En él se origina el concepto de lo dual, se resuelven opuestos y contradicciones y se reúnen todas las cualidades divinas y todas las formas universales. Con Ometéotl nace la idea de lo absoluto y el sentido de la gran totalidad. 

 

El concepto de lo dual -principio de diversidad, de desigualdad y de división-, opuesto al principio de unidad del cual se deriva, se encuentra representado por otras muchas deidades de la mexicanidad que integran, en sí mismas, características y atributos polares, algunas de ellas son: Coatlicue (vida y muerte), Tezcatlipoca (sembrador de discordia y perdonador de malas acciones) y Tlazoltéotl (impulsor de infracciones sexuales, a la vez que del orden y del equilibrio sexual), entre otras. Otros dioses se presentan siempre en pareja, cada uno mostrando características y funciones específicas de una u otra polaridad, ejemplo de estos son: Ahuiatéotl-TlazoltéotlIxcuina, el primero impulsaba al hombre hacia la búsqueda libertina del placer sexual, y el segundo lo refrenaba y castigaba; Itzpapalotl-Itztapalototec deidades del sacrificio, relacionado ya sea con penitencia y castigo, o con victoria y triunfo; Centéotl y Xilonen, Diosa del maíz tierno y Señora de la mazorca seca; Mictlantecuhtli-Mictecacihuatl, deidades de Mictlán, la Región de los Muertos y Quetzalcóatl-Tezcatlipoca el primero representante de la luz, del día y del bien y el segundo embajador de la oscuridad, de la noche, del mal y de la destrucción.

 

Quetzalcóatl, en sí mismo, es una clara manifestación de la dualidad. En él se conjugan dos elementos, el mítico-religioso: Quetzalcóatl-dios y el histórico: Quetzalcóatl-hombre que es quien encarna los ideales de esta mística. Estas concepciones aparentemente divergentes se concilian y armonizan, debido a que el concepto filosófico y mítico del dios es el que anima al personaje humano y el que ejerce una influencia determinante en sus características y comportamientos.

En el siguiente texto, tomado de antiguos cantares y crónicas mexicanas, se puede observar la reconciliación de esta dualidad.

“Eran cuidadosos de las cosas de dios, sólo un dios tenían, lo tenían por único dios, lo invocaban, le hacían súplicas, su nombre era Quetzalcóatl. El guardián de su dios, su sacerdote, su nombre era también Quetzalcoalt.Y eran tan respetuosos de las cosas de dios, que todo lo que les decía el sacerdote Quetzalcóatl lo cumplían, no lo deformaban. El les decía, les inculcaba: -Ese dios único, Quetzalcóatl es su nombre...”(3)

 

Demetrio Sodi (4) sugiere que Quetzalcóatl-hombre es quien logra, a través de sus reflexiones filosófico-metafísicas, concretar y solidificar el concepto de la dualidad. Para fundamentar su idea, transcribe el siguiente texto indígena que dice que Quetzalcóatl

“Invocaba, hacia su dios a algo (que está) en el interior del cielo,a la del faldellín de estrellas, al que hace lucir las cosas;señora de nuestra carne, señor de nuestra carne;la que está vestida de negro, el que está vestido de rojo;la que ofrece suelo (o sostiene en pie) a la tierra, el que la cubre de algodón.Y hacia allá dirigía sus voces, así se sabía,hacia el Lugar de la Dualidad (Omeyocan),el de los nueve travesaños con que consiste el cielo”(5)

 

La cultura náhuatl contempla a Quetzalcóatl no sólo como la Serpiente Emplumada (Kukulcan en la tradición maya), sino como un dios o mito religioso y como un hombre o varios hombres que personifican la más bella y grande sabiduría y representan los ideales de esta mística. En ambas culturas -náhuatl y maya- la Serpiente Emplumada o Serpiente de Plumas Preciosas, simboliza el valor fundamental que conduce a revelar el numen o espíritu divino. Para algunas tradiciones orientales, la serpiente tiene este mismo significado y para muchas, incluyendo a la tradición mexicana y muy especialmente el pueblo náhuatl -como lo expresa el profesor Akamazíhuatl (6)- esta sabiduría no le es ajena al ser humano, sino que es algo que si bien es muy difícil de adquirir, el hombre que al entregar su corazón la alcanza, se transforma en sabiduría. 

 

 La Serpiente Emplumada es una de las formas en las que la dualidad se despliega con mayor suntuosidad. Representada como un animal híbrido (ave-reptil) y mítico, simboliza la unión de Materia-Espíritu, elementos opuestos aparentemente irreconciliables. “En su acción cósmica Quetzalcóatl-dios simboliza el principio de la dialéctica. Más tarde Quetzalcóatl-hombre toma este concepto como base para su pensamiento filosófico, el cual mantiene una influencia en toda Mesoamérica”(7). En esta cosmovisión se hace evidente la dualidad tierra-aire al quedar reunidos en un sólo concepto lo que se arrastra y lo que vuela.

 

“Me dicen Quetzalcóatl y de ahora y para siempre, así me llamaré. Yo soy la serpiente emplumada. Repto y vuelo. Tierra y aire. Lodo y cielo. He caído y me levantaré...Yo soy Quetzalcóatl”(8)

 

Al igual que Quetzalcóatl, Netzacualcóyotl -célebre poeta y filósofo de la cultura náhuatl- comprende, a través de la filosofía de la dualidad, las contradicciones y ambigüedades humanas, así como aquellas de la naturaleza. Es la conciencia de la finitud, de la dualidad vida-muerte, la que le conduce a exclamar:

 

Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:

¿Acaso deveras se vive con la raíz en la tierra?

No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.

Aunque sea de jade se quiebra,aunque sea oro se rompe,

aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.

No para siempre en la tierra: sólo un poco aquí.

Estoy embriagado, lloro, me aflijo,

pienso, digo, en mi interior lo encuentro:si yo nunca muriera, si nunca desapareciera.

Allá donde no hay muerte, allá donde ella es conquistada,que allá vaya yo.

Si yo nunca muriera, si yo nunca desapareciera.(9)

 

Oye un canto mi corazón;

me pongo a llorar; me lleno de dolor.

Nos vamos entre flores;

tenemos que dejar esta tierra;

estamos prestados unos a otros;

iremos a la Casa del Sol! (10)

 

Al releer diversos textos de nuestra historia, no puedo dejar de reflexionar sobre la evolución de la conciencia y la importancia que el concepto de dualidad tiene en su génesis y desarrollo. Al mismo tiempo me encuentro con pensamientos filosófico-metafísicos, con metáforas y símbolos de la tradición mexicana que, utilizando términos y sintaxis distinta a la actual, guardan una similitud significativa con los planteamientos del enfoque humanista-transpersonal.

 

Desde la propuesta humanista transpersonal el desarrollo de la conciencia (11) se contempla como el proceso de llegar a ser lo que se es en esencia. Este proceso se inicia en el momento en que aparece la dualidad primaria, cuando la conciencia -en un movimiento semejante al de una espiral- va trascendiendo las fronteras establecidas entre el mundo del ser y el mundo del no ser. Estas se trascienden por medio del milagro del encuentro (entrega del corazón) con el yo o el sí mismo, con el tú, con el nosotros, con los otros, con la comunidad humana entera, con la naturaleza, con el cosmos y con el Ser Esencial: Unidad Total, Alfa-Omega. El encuentro conduce al hombre a descubrir, a conocer, a comprender y a amar a los otros y a lo Otro y así, a descubrirse, conocerse, comprenderse y amarse, alcanzado con ello la sabiduría, que no es otra cosa más que despertar a la esencia. En ese momento todo se transforma en uno, la individualidad se torna universalidad, el micro y el macrocosmos se reúnen y la conciencia se descubre totalidad. La diversidad se convierte en unidad y se resuelve en el misterio de lo Uno y de lo múltiple, concentración última de la noosfera y punto de convergencia natural de la humanidad, del cosmos en su totalidad, que en palabras de Teilhard de Chardin significa, la reunión de Alfa y Omega, el “término de la maduración social y espiritual de la Tierra”(12).

 

A lo largo del proceso que llamamos vida, el ser humano va clarificando y cohesionando el Universo en torno a sí, incluyéndolo dentro del mundo del ser, progresando hacia lo más elevado, hacia lo desconocido que integra y trasciende lo conocido. A través de este camino de evolución y de transformación, que se manifiesta por medio de la síntesis de las polaridades, el ser humano cobra consciencia de su esencia. Es luz y sombra, Materia y Espíritu, sujeto y objeto, femenino y masculino, persona y testigo, existencia y esencia, vida y muerte....

 

Desafortunadamente el espacio del que disponemos no nos permite analizar con mayor detalle y profundidad la importancia que la dualidad juega en el proceso evolutivo de la conciencia formulado por el enfoque humanista-transpersonal, así como de las muchas referencias mesoamericanas sobre este apasionante tema. Este texto no ha hecho más que presentar un bosquejo reducido y escaso de lo que merecería varios volúmenes. Sin embargo, queda siempre el recurso de acudir a las fuentes originales para descubrir que en nuestra historia, se encuentran conocimientos, experiencias y sabiduría ancestral que son cimiento y simiente de nuestro aquí y ahora.          

 

 

Referencias bibliográficas.

 

Akamazíhuatl. (1992). El Ideal Del Ser Humano en la Cultura Náhuatl. Guadalajara, México: XIPE TOTEK. Vol. 1, No. 3. Instituto Libre De Filosofía y Ciencias.

Akamazíhuatl. (1992). La Cultura Náhuatl y los Sacrificios Humanos. XIPE-TOTEK. Vol. 1, No. 3 México: Instituto Libre de Filosofía y Ciencias.

Akamazíhuatl. (1992). Conquista o Invasión. ¿Qué dice el Corazón Náhuatl? XIPE-TOTEK. Vol. 1, No. 3 México: Instituto Libre de Filosofía y Ciencias.

Almendro, Manuel. (1994). Psicología y Psicoterapia Transpersonal. Barcelona: Kairós.

Cuenot, Claude. (1970). Nuevo Léxico de Teilhard de Chardin. Madrid: Taurus.

Garibay K., Angel M. (1970). La literatura de los Aztecas. 2a. Ed. México: De. Joaquín Mortiz.

González Garza, A.M. (1989). Colisión de Paradigmas. Hacia una Psicología de la Conciencia Unitaria. México: UIA.

González Garza, A.M. (1995). De la Sombra a la Luz. México: Editorial Jus.

León Portilla, Miguel. (1972). Antología, de Teotihuacan a los Aztecas. México: UNAM.

León Portilla, Miguel. (1974). La Filosofía Náhuatl. México: UNAM.

León Portilla Miguel. (1971). Los antiguos mexicanos a través de sus crónicas y cantares. México: Fondo de Cultura Económica.

López Portillo José, Sodi, Demetrio & Díaz Infante, Fdo. (1977). Quetzalcóatl. México: Sria. de Asentamientos Humanos y Obras Públicas.

Mediz Bolio, Antonio. (1930). Libro de Chilám Balám de Chuyamel. 2a. Ed. San José de Costa Rica: Repertorio Americano.

Wilber, Ken. (1985). Conciencia sin Fronteras. Barcelona: Kairós.

Wilber, Ken. (1990). El Espectro de la Conciencia. Barcelona: Kairós.            

 

__________________________________

Notas

(1) Akamazíhuatl se encuentra actualmente al frente de la “Chicomehuitzilcalli, o Séptima Casa del Colibrí, en Guadalajara. Se refiere a sí mismo como un hombre insignificante que no sabe hablar, pero al hacerlo, abarca todas las épocas de nuestra historia, como si hubiera vivido en cada una de ellas.

(2) Akamazíhuatl. Op. cit. Pg. 156.

(3) León Portilla Miguel. (1971). p. 28.

(4) López Portillo, J., Sodi, D. & Díaz Infante F. (1977). p. 62.

(5) León Portilla Miguel. (1974). p. 34.

(6) Akamazíhuatl. Op.cit. p. 185.

(7) Sodi, Demetrio. Op.cit. p. 11
(8) Mediz Bolio, A. (1930). p. 118
(9) Miguel León Portilla. (1972). pp. 580 y siguientes.
(10) Garibay K., Angel M. (1970). p. 62
(11) Para mayor información sobre el tema se recomienda la lectura de la obra de Ken Wilber (1985, 1990), de Manuel Almendro (1994) y de Ana Ma. González Garza (1989, 1995).
(12) Cuenot, C. (1970). p. 201.

 

 

bottom of page